Hay semanas
que empiezan con la agenda livianita
y otras,
como ésta,
que hay que convertirse en pulpo
para hacer todo lo planificado.
Arranco el día
metiéndome en la bañadera
para lograr la transformación.
La sensación de falta de tiempo
es peor que la sensación térmica.
Y mi agenda marca cuarenta grados.
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