8.3.12

EL RODEO

Hace un par de años 
estuve en un pueblito del norte
durante un mes.
Había un río con 
poca agua pero con mucha corriente.
Podía escucharse el correr eufórico
de las aguas golpeando 
contra las piedras.
Con treintipico 
volví a ser una niña.
Me tiraba de panza 
y me dejaba llevar.
Inevitablemente me golpeaba
o quedaba con el bikini 
en lugares insólitos.
No me importaba.
Porque en esos minutos 
donde dejaba 
a mi cuerpo correr con el agua
me quedaron inscriptos en la memoria
como momentos de absoluta libertad.
Y felicidad.
Hoy recreo esas sensaciones,
de a ratos,
buscando fuerzas intrépidas
que hagan de mi lo que quieran.
Y me hagan sentir libre y feliz.


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chinadas