Camina lentamente.
No son sus pies los culpables.
Es el peso de la tristeza
sobre su corazón de chocolate.
Sus ropas ocultan
la forma del olvido.
Tan fuera deja su deseo
que nada aquieta
el murmullo de su soledad.
Sueña. Llora. Miente.
Su vida se convierte
en un escenario vacío.
El telón no se levanta
nunca empieza la función.
Ese aplauso no llega
y tampoco el amor.
Precioso.
ResponderEliminarUn saludo,
Gracias¡¡ Bienvenida¡¡¡¡¡
ResponderEliminarCómo llegas a transmitir tan claro la tristeza de esa mujer, me conmovió.
ResponderEliminargracias, Ro¡¡
ResponderEliminarAmé este escrito, china! bess!
ResponderEliminarY yo amé tus lechuzas¡¡¡ Ya encargué una en SI SUPIERAS...(Barrio Norte), gracias por pasearte por acá¡¡Abrazo¡¡
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